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Enrique
de Santiago, artista visual, poeta y ensayista
Cuando el verso estalla ante los
ojos
Respuestas que procuro hallar en algún rincón de mi
entendimiento o en mi visión de los hechos que parecen formarse
y deformarse.
María Carolina Geel
Este nuevo libro de Miguel Moreno Duhamel, viene a ser un
continuum de una actividad literaria que ya ha tenido otros
aciertos poéticos en años anteriores. Además de ser antologado
en diversas publicaciones, en el 2005 Miguel publicó un
interesante poemario titulado El barco de papel. En 2013,
nos ofreció una poesía más madura con su libro La fragilidad
de la belleza y otros poemas, donde nos entregó un muy buen
libro con variados y brillantes pasajes. Por eso esta nueva
publicación genera altas expectativas y en este sentido Miguel
Moreno —un inquieto autor— no nos defrauda, ya que tenemos ante
nosotros a un poeta que no baja su guardia —ácido y honesto— que
además recurre a una forma diferente de leguaje, porque en esta
oportunidad el poeta opta por la poesía visual.
Para entender a este creador, primero hay que mencionar que su
actividad cultural ha sido bastante ajetreada desde hace ya
bastantes años; Miguel es director de una revista literaria,
pero su otra pasión ha sido y es la música, y actualmente —desde
hace varios años— ha fusionado poesía y partituras dentro del
grupo de música-literatura experimental llamado Poetas
Marcianos, una prueba de su diversidad creativa, la cual
también se verá reflejada en las siguientes páginas de este
poemario.
Sabemos que la poesía chilena de vez en cuando se abre paso
recurriendo a todo aquello que tenga a mano y que sirva para
profundizar y expandir su relato, así ha sucedido con Dámaso
Ogaz, Guillermo Deisler, Juan Luis Martínez, Raúl Zurita o Carla
Grandi por citar a algunos, de “esos” anteriores, y en ese
sentido, muchos somos en una u otra forma sus epígonos o
tributarios. Lo hace también nuestro autor que en esta ocasión
despliega su discurso dejando la página confrontada como un
vacío que apela a ser vista como un espacio especular. Éste es
uno de los tantos recursos que vemos en sus páginas, los otros
son el caligrama, el collage con sus arbitrariedades que pueden
ser azarosas, pero que también, en este caso y en mayor medida,
son quirúrgicamente calculadas por el autor. Y, por último,
aparece el verso, que se expresa en distintos niveles rítmicos.

Eso de ahí es un
libro que mira nuestra geografía humana, y su título no puede
ser más apropiado, ya que persistentemente los poemas y su
visualidad compositiva se esmeran en describir de manera profusa
el “eso externo” que está ahí en el afuera y que remece al ser
que nos habita y que determina(rá) de vuelta, en el cómo vemos
“eso” del entorno —sus personajes son parte de esos ambientes—
con su escenografía que afectamos y que también nos afecta
(relación socio-simbiótica). El poeta no nos habla de él, sino
desde él sobre “eso” que observa, Aunque en algunos pasajes
encontraremos el yo —el poeta— como parte de la acción, ese
recurso es sólo con la finalidad de dejar en claro que él
también está inmerso en “eso de ahí” —siendo también él parte
constituyente de esa otredad— una suerte de vigía que se
desdobla para verse. Sin duda el poeta también ha obrado en el
ahí —en su forma pretérita— aunque piensa y siente en el aquí
—presente— ya que tiene la misión de hacer una descripción sin
límites del “eso” como la cosa ajena —siendo él también parte de
ese “eso”— entonces eso, lo permea, lo inquieta, lo mueve, lo
induce a inspeccionar —o inspeccionarse— ya que eso de ahí pudo
en un momento haber surgido y sido creado desde su propia
naturaleza, como una suerte de imaginario cuántico.
El poeta en lo formal, usa aquí dos recursos, uno que se
despliega como la palabra versada o prosaica, y otro que recurre
a la imagen, en la mayoría de las páginas se conjugan ambos
medios, haciendo que la imagen y el verso tradicional se
unifiquen dentro y más allá del margen de la misma, así la
propuesta de Miguel Moreno combina acertadamente ambas
posibilidades. En sus páginas encontramos versos prosaicos que
son interferidos por una imagen, y que en ocasiones suelen ser
contundentemente complejos y barrocos, aunque también pueden
llegar a manifestarse de forma sintética, ya que se puede dar el
caso en que se encuentren dos signos que confluyen para
constituir un extenso relato simbólico. Vemos frases que se
convierten en formas (caligramas) por su conjugación espacial
con una imagen, y por la sonoridad interferente con la que es
bañada por la cercanía que provoca dicha imagen. También
apreciamos elementos metonímicos —que son usuales en el autor
también en anteriores publicaciones— así como otros elementos
cinestésicos como: el cuerpo que arañó en la noche. Estas
pinceladas que aparecen intercaladas hacen del libro un
caleidoscopio de sensaciones que llevan al lector por un
derrotero similar a lo que podríamos experimentar en una montaña
rusa.
Miguel Moreno nos dice que la poesía se abre camino sobre una
arqueología de nuestras últimas décadas que se muestra para el
futuro: “Imágenes para los arqueólogos de mañana”, es
decir, el poeta también escribe para todos aquellos no-natos que
en un porvenir sabrán de su mirada órfica. Y ya hoy, su
contenido contiene estos rasgos, ya que la construcción de este
libro comenzó en el año 1989 (se terminó en 2020), por lo que
contiene una extensa mirada sobre una historia que el grueso de
los habitantes va olvidando. En él se retrata parte de nuestra
historia cotidiana, su imaginería está poblada de elementos muy
anteriores al año de inicio de los escritos y que pertenecen al
período de dictadura, que abarcan diversos puntos temporales de
la historia desde 1973 a 1989 y desde ahí hasta nuestra época
reciente. Así se hace presente la crudeza de esos años en la
cita a los ausentes: como lo fue su postrero fin oceánico.
Pero también hay espacio para dar forma a aquello de
perpetua vigencia como el amor, ya que Miguel Moreno nos
recuerda que en el amar uno se presenta desnudo, donde nada se
debe ocultar, ni la mirada, ni las humedades convocadas y menos
los constructos cotidianos que le son afines, así, entonces, el
dolor se presenta como la divina señora.
La imagen melancólica se manifiesta prolongada en este libro —de
hecho busca afanosamente su perpetuidad— y eso es la suma desde
su génesis ochentera hasta nuestros días, ya que el poeta
percibe el desánimo de las situaciones sucesivas, así como sus
antídotos y artilugios que no convencen al poeta: je suis
malade, I’m sick, ich bin krank, donde alza la voz en una
suerte de vocería babeliana y apesadumbrada, donde nos comunica
que el mirar y sentir le enferma, así y todo él persiste en su
avance por las calles y rincones de una ciudad que le es cercana
y ajena, porque ésta le quita, pero también le otorga lo que
necesita para responderse. Su mirada duele, su paseo le debilita
y fortalece, lo clarifica, aunque se confunde a veces, pero
continua, eso de ahí lo empuja y lo frena. Todo el libro,
en cierta manera, propone una intercalada y prolongada cuestión
ontológica que nos interpela para dudar del sentir, pero por
otra parte nos llena de citas certeras, donde no se pone en
duda, la sensación, la vitalidad con todas sus morfologías y
esencialidades, ante lo cual queda flotando la pregunta: ¿Qué
tan real es la realidad? ¿Es más realidad la salida de
emergencia que propone el poeta? La respuesta está en eso de
ahí. Miguel Moreno entonces seguirá llenando con su voz y su
música los bares y espacios de esta gris ciudad, el poeta
continuará trasladándose por sus arterias de manera doliente,
pero también lo hará con el gozo del que encuentra la poesía
traslúcida brotando de algún húmedo pavimento invernal.

Miguel Moreno
Duhamel, Santiago, Chile,
1968. Es escritor, músico, visualista y editor. Ha publicado "El
barco de papel", 2005, poemas. "La fragilidad de la belleza", 2012,
poemas. "La legión de los tártaros", 2015, poemas y microcuentos.
"Demoliciones económicas", 2018, poemas y visualidades en co.autoría con
el poeta Raúl Muñoz. "Lucía de Zoogea", cuentos con ilustraciones de
Musa Moreno. "Criaturas Fabulosas Chilenas", crónicas y ensayos sobre
seres fantásticos y misteriosos de la tradición chilena.
"Eso de ahí", Marciano
Ediciones, 2020. Poesía visual. 98 páginas.
Solicítalo
en la web de Marciano Ediciones
www.marcianoediciones.cl
o en el
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