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UNA BOMBA DE SABOR Y
OLVIDO
“Las llaves de la jaula están a buen
resguardo” es uno de los muchos aciertos poéticos de
Demoliciones económicas, un libro que
se construye para derribar y derribarse, echar abajo una
estructura, en este caso, económica, cultural y
literaria que decide escapar a la autoría individual.
Una escritura a dos manos que, con los restos del
derribo organizan un espacio poético de coautoría y
cohabitación. El grafiti de la comunidad en un punto de
quiebre o, tal vez, de reorganización del pasado: la
herida y el capital, el individualismo y su contraparte;
la batalla que se libra lejos de los organizados y
límpidos lugares de la post verdad por donde pisa la
élite.
Demoliciones económicas
se inaugura como un retrato de la obligatoriedad del
orden, impuesto desde la infancia: el pelo peinado con
jugo de limón, la cultura chatarra, la dictadura, el
deseo machista, la cultura televisiva, las víctimas de
la violencia eclesiástica, la ferocidad de la urbe, son
reformuladas a través de juegos dadaístas (contrariar
las letras y el presente) y surrealistas (mirar por
encima del presente).
Las viejas y siempre tan necesarias
miradas ciegas, donde se logra ver hacia dentro de la
poesía. El poema pone su ojo en los puntos ciegos al
mismo tiempo que pone el foco en una mirada a veces
panóptica y otras en espiral, que se retrata en la
gráfica que acompaña y completa el texto y que es, a su
vez, su música interna: el latido de una balada rockera
que refrenda al verdugo, al maltratador, al deseo macho,
al odio mezclado con el amor, a la huida del mundanal
ruido y a la repetición del olvido, padre de los
desastres de la historia.
La ironía y el juego con el lenguaje
como: ver S.O.S, nos alumbran con la belleza y el
salvajismo de un relámpago, frente a un mundo en
demolición donde la poesía es una visionaria ciega
contemplando una tumba vacía.
Santiago, 6 agosto, 2018
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