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PARA UN ASERE CHILENSIS
DIRECTIVI ABAKUÁ,
como “antídoto de Wall Street” o de Sanhattan, como el
Songoro Cosongo de un carabalí en San Bernardo,
es un poderoso farmakhon que nos ofrece la
maestría de Samuel Ibarra para conjurar el lenguaje
mercantil del capitalismo, suspendiendo sus poderes
alienantes, desactivando el fetichismo de la mercancía
por medio de la activación de los fetiches de la lengua.
Fetiche contra fetiche, como en la lucha de la brujería
congolesa. Cita contra cita: “la cita como escena
primordial”, como interrupción de la catexis de las
marcas del capital, como deconstrucción del lenguaje
mercantil politizando su cita en la sintaxis
sustantivista de las lenguas subalternas, en la huelga
de significantes huérfanos reunidos en un baile de
curación por la poética primordial de los fonemas que
descomponen las citas, la cita del sonido y sus
modulaciones que Ibarra hace guturales. La cita que
trasmuta marcas y nombres del Capital en sonidos que se
dicen y se bailan como lenguas poéticas. Por eso es tan
agradable dejarse contagiar por el fluido verbal
lexicogramático de este poemario-cancionero, o
cancionero-poema, o poema-canción, o baile de conceptos,
índices, y nombres propios que desarman cualquier
pretensión de Canto General, desalojan cualquier vate
egomaniaco e intoxican hasta el mareo cualquier policía
ontológica.
“PAISAJE”,
“FARMACOPOLÍTICA” (podría decir: narcografía),
“CHOCOTOYOT” (sobre el toyotismo), “CANCIÓN DE AMOR A
MIAMI BEACH” (melting pot), “NOCHE LARGA”, “DIREC
TIVI” (sociedad del espectáculo), “OTRO YO”, “KINO
MAYOMBE” (complejo afroritual), “OFF-SHORT”, “JAHYAH
JAMMED DISCO” (reggae music y violencia
absoluta), “APARICIÓN SUR”, “SECUNDA EL NORTE”, “TERA”,
son los trece poemas que se pueden ver, leer y oír en
Directivi Abakuá. Son poemas concretos, son versos
atonales, y son canciones dodecafónicas. Son colecciones
de nombres y palabras que a veces riman, pero siempre
suenan, y resuenan como una lengua alguna vez aprendida.
Son trece poemas pero en realidad, se trata de una sola
poesía, un continuo poemático como el continuo de cables
que hoy forman la televisión global, aquella que nos
aliena y nos intoxica al mismo tiempo que nos informa
sobre la globalidad de la barbarie y la localidad de la
cultura.
La sociedad Abakuá es una
hermandad afrocubana de obonekues que se reparte
las tierras entre potencias y naciones
que han plantado el fundamento de Isué, Ecué y Tanzé, en
torno a la ceiba de su fambá. Potencias
que conservan el secreto fundador de las sectas
masónicas del delta del río Níger (Calabar), “juegos” de
hermanos que se han vuelto mutualistas, y cuya filosofía
de la historia cultivada en el secreto del fundamento
les permite conspirar en cada “plante” contra la
sociedad del espectáculo y de la representación. Abakuá
es lo que resiste al espectáculo y a la mediatización,
escondiendo detrás de sus espectaculares bailes y
diablitos iremes el secreto de su hermandad
conspirativa, la que puede subir y bajar gobiernos,
hermanar a los aseres y hacer justicia entre las
naciones de las ciudades puertos ¡Subusó!
DirecTIVI Abakuá hace honor a ese empeño
afrocubano por infiltrarse en el espectáculo para desde
ahí suspender toda representación.
Traductor de nombres
propios o trascriptor de intraducibles, Ibarra nos tiene
alegremente acostumbrado a sus interrupciones
performáticas de toda representación, porque su empeño
accionista está en la politización de la estética
como crítica singular de la transición al capitalismo,
transición que aquí en este libro es un tránsito por la
frontera imperial del Caribe, y un tráfico de las
lenguas que van quedando de estas transiciones.
Transición era también el nombre de Transitional
Breath (“Aliento, Soplo o Respiración
Transicional”), una presentación donde este
poeta-chamán, dungunmachife del archivo
transicional, desparrama su fuerte soplo sobre los
documentos históricos de la barbarie dictatorial.
Soplando sin descanso para desempolvar y descubrir los
documentos sumergidos bajo la espesa cal con la que
quisieron blanquear los cadáveres biológicos y
documentales, recubriendo las letras e imágenes llamadas
a activar la memoria latente; el performer
ofrecía así una crítica singular a la representación
pasiva y desincorporada de la historia reciente como
transición a la globalización amnésica. Polvos de la
usura, polvos del secreto transicional, polvos del
lavado de toneladas de polvos de cocaína con las que el
dictador supo hacer sus mejores negocios archivados hoy
en el Banco Briggs y en los cuarteles de regiones
extremas donde el narco dice hacer patria.
Escritura apotropaica
–magia contra magia— como solo puede hacer quién sabe de
los males y de sus curaciones. “Mastery of non
mastery”, la poesía de este chamán continúa en la
lengua sus ejercicios corporales, ofreciendo con voz
ronca y gutural las lecturas extáticas de sus
investigaciones sobre lenguajes y espacios sonoros,
paisajes de idiomas, lenguas francas de la circulación
global y lenguas secretas de las sociedades mutuales o
de la crítica. Al leer en voz alta, no hay como no
recordar las pulsaciones del reggae, el rap, el hip hop
o el reggaeton. Pero también, el corte de las palabras y
la rigurosa metodología de la “cita como escena
primordial” nos ofrece un documento de documentos, un
registro histórico de sonidos y lenguas, sounding
lenguas indígenas y africanas de las Américas, atmósfera
sonoro-lingüístico que se vive en las ciudades costeras,
costas del Caribe, del Pacífico y del Atlántico.
Doscientos años después de los Incas en Saint Domingue,
el Atlántico negro ha llegado al Pacífico sur, de la
mano de los jacobinos negros explotados en Temuko
warria. Ya no queremos un Hegel en Haití o un
“Hayek en Chile”: la acumulación originaria mil veces
repetida en nombre del “espíritu” de la libertad
(robada) nos refriega a la cara la historia americana de
la esclavitud, pero también la alegría insurrecta de los
héroes cimarrones, los palenqueros que supieron en carne
propia lo básico: “Constitusyon sé papié, bayonet
sé fer”. Escena primordial de la insurrección
haitiana, el sitio de Bois Caïman siguen irradiando en
este libro como punto cero de toda revolución americana,
y que este libro no para de citar (quizás sin citar), en
un homenaje continuado a Kisskeya-Saint Domingue-Haiti,
la primera patria donde todos fuimos negros, homenaje
que solo puede ofrecer en nombre nuestro un chamán.
¿Pero, qué es un chamán?
Es probablemente un traductor, un médico y un brujo.
También un mago y un crítico. No el crítico de la
crítica teatral, ni el médico-cirujano de un organismo,
sino el crítico de la crítica singular, la crítica del
errar como adecuación de los marcos de comprensión de la
errancia. No una crítica de errores de adecuación
causal-instrumental, ni una crítica de organización
categorial de universales y particulares, sino una
crítica del error desde el errar mismo, desde la
experiencia y la experimentación de los marcos y límites
del cuerpo, que en este libro son los marcos y límites
del nombre, del index, de la palabra citada, bien
o mal citada pero citada al fin, contra el imperativo
del concepto y contra el imperio de lo propio. Y en este
baile de las lenguas, aparece el chamán. Maestro del
éxtasis y del transe sin duda, transe del cuerpo que es
la materia chamánica misma, éxtasis de una política del
último baile, una poética de la última protesta, porque
el fascismo quiere acabar con él y con todo, pero no
pasarán, y aunque ya han estado pasando, el chamán queda
para recordarlo y seguir curando y seguir siendo el guía
del éxtasis, una guía hacia el transe. Lenguaje de
barricadas, barricada de lenguas entrebesadas, “the
kiss of the slave”, este libro como el beso negro
del esclavo negro observado impúdicamente por las
ciencias lingüísticas hibridológicas. Largo besuquearse
de los pueblos que resisten, intenso entrebesarse
entreverados con la lengua del enemigo, poniendo cuerpo
sudor y lágrimas al quilombo quilombola, quilombero y
quilombista, en un libro inimaginable, más que por
Samuel.
Por eso Ibarra cura “las
heridas infectadas de la historia”, pronunciando los
nombres de fantasmas y fantasías, de la comunidad de
muertos que nos acechan y nos contienen, que invocamos o
conjuramos contra “las mentiras que acuchillaron los
papeles”. Como en esa bella y recogedora intervención
que hiciera en homenaje a los caídos de la Operación
Albania – la Matanza de Corpus Cristi— cuando se vio al
curandero alimentar a los combatientes rodriguistas en
la calle Moneda, ofreciendo a los doce caídos su ofrenda
de pan y challas, como huacas tutelares en nuestro
combate contra las (ad)herencias de la dictadura
neocapitalista. Así, mientras en la calle nuestro chamán
habla con los muertos, en este libro conjura el lenguaje
de ese capitalismo asesino, desmontando el aura serial y
narcótica de la acumulación mercantil para volverlas
juegos de lenguaje y sonidos, desarmando a veces sílaba
por sílaba para destituir la gramatología dominante. Por
eso no es necesario perderse en explicaciones. Las
palabras suenan como se leen, y si no se dicen como
suenan, no importa, esta música sincopada de sememas
llega a la guata como los tambores, y a la cabeza como
el LSD, con destellos punzantes que abren canales
neuroprogramáticos a punta de sílabas prehistóricas. En
ese viaje, Ibarra pone su cuerpo, lengua, garganta, mano
y oreja, a confrontar las historias que nos han contado,
para reírse de los Aparatos Ideológicos del Estado y del
Capital. Para enredarlos en los juegos del sonido, de la
potencia y los límites improbables del cuerpo y sus
marcas.
Nuestro chamán vuelto
poeta, ha logrado la hazaña de hacer bailar las
palabras, poner el cuerpo en la danza de los nombres,
ofreciendo su ajiaco de letras en cazuela o su
cazuela de ajiaco en sonidos, como Guillén
de morenada austral, como Ajens del Caribe chileno, o
como black Añiñir queer y promaucae, cuando el
antropófago mapu chetupi nambá se vuelve un
caliban performer; un “mapurbe” del Caribe que
viene desde la primera “frontera imperial” hasta la
última frontera fronteriza con glotofagia de guerrillero
sanvegano a curar nuestras heridas con sus montajes
rituales, su cuerpo en transe y sus colecciones de
palabras-documentos.
Sao Paulo, noviembre 2018 |
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