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Juan José Cartagena, escritor, director del taller Greda Azul.
Imágenes que nos sacuden
“Fue de una ociosidad acongojante:
Mire me dijo, y si quiere salir vivo
de aquí mejor escúcheme. Nuestra religión
no es un baile. No es una balsa de perdidos
en el mar, ni un manicomio de adivinos.
Su estructura profunda e inamovible
no es libertaria, sino sacramental…”
Diego Maquieira
En este poemario veremos al autor enfrentado a una contradicción
existencial, por una parte debido a su mirada poética y, por la
otra al desencanto que ésta le pueda provocar al mismo tiempo,
pues ella es permanente en su ser, en su cotidiano; en una
sociedad que pareciera caerse a pedazos. Ello lo podemos
apreciar en este fragmento de uno de sus poemas, “Mi poesía
tiene ojos desorbitados / y una estridente risa de hienas / que
no me aliviana ni un carajo. / Mi poesía es un espanto / porque
esta ciudad me tiene como tal.”
Nos trae imágenes destempladas, expresadas con un lenguaje duro,
que a veces lo lanza contra sí mismo. Pareciera mirar desde
abajo, desde lo más oscuro. Sin embargo, siempre está intentando
emerger, para desencadenar su lucha, entre el poeta y el hombre
que habitan esta ciudad, pretendiendo que convivan en un mismo
espacio, a sabiendas del costo que implica semejante aventura.
Aquí hay una crítica ácida a su entorno, debido a la decadencia
misma de nuestra sociedad, que percibe como lentamente va
aplastando sus sueños.
Su lenguaje crea imágenes que nos sacuden, para ello da rienda
suelta a neologismos, para expresar su mundo. Válido al fin y al
cabo frente a esta vorágine.
Lo veremos desdoblándose en la intensidad de sus versos,
intentando sumergir al lector en su mundo, para así experimentar
juntos la poética que nos ha trazado.
En sus textos juega con la brevedad, con poemas compuestos de
una o dos estrofas. No obstante, hay uno que otro poema de mayor
extensión y, a modo de infidencia, decirles, que desde ahí nace
el título que pudo llevar este poemario, “Poemitas huachos + 4
chorizos desaforados”.
Nos adentraremos a su más íntimo, donde no quiere guardarse
nada. Palparemos su fragilidad, su vómito visceral y ese
desnudarse sin pudor; algo que resulta casi una literalidad, tal
vez debido a su profesión de actor, que le otorga desparpajo y
arrojo en su decir poético.
El autor nunca se aleja de lo social, porque esto es algo que le
incumbe y le mueve. Ello siempre va a estar presente, como un
latido permanente en su voz, una que transita entre lo anti-poético
y el lenguaje callejero, algo que pareciera dislocar la
retórica; ello se puede apreciar en la mayoría de sus poemas,
como en “Fractura de arranque”, en la segunda estrofa, cuando
nos dice, “Desembocado en la cuna tormentosa de la poesía; /
Masturbación de los desolados, /utilizo metáforas para decir, /
lo que nunca podré pronunciar”. Son versos que nos muestran
belleza, intensidad e irreverencia.
Decirles que este es su segundo poemario, y ya han pasado dos
años desde el primero, durante los cuales Felipe Arancibia
Zurita, ha hilvanado estos nuevos versos a punta de trabajo, lo
que ha significado indagar, profundizar cada vez más en la
poesía y en el ejercicio permanente de la escritura,
experimentando de manera constante, para de esta forma llegar a
descubrir su propia voz.
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Felipe
Arancibia Zurita, San Miguel, Chile, 1985.
"La sangre estancada",
Marciano Ediciones, 2020.
Poesía. 80 páginas.
Disponible
en
http://marcianoediciones.cl/carrito/productos_ver.php?id=30
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